Lo que opino del nuevo programa económico de Vox
Este domingo los diputados de Vox Carlos Hernández Quero y José María Figaredo presentaron el nuevo programa económico y de vivienda de Vox. Una hoja de ruta clara para solucionar los problemas de España, que pasan por la desastrosa gestión económica y asfixiante poder del Estado, la inmigración masiva y la falta de soberanía.
El primer punto que tocan es la reducción normativa. Ahí han metido la idea de derogar tres normas por cada una que se apruebe. Por poner en perspectiva, en los 60s se aprobaban cientos de normas al año, actualmente unas 10.000. Una “diarrea legislativa” y una inseguridad jurídica que nos impide prosperar. La idea del silencio administrativo como norma es buena, y el uso de la IA para agilizar la administración también. ¿Quién no ha criticado alguna vez la lenta burocracia de las oficinas públicas? Motosierra y a la calle, pero no a vivir de nuestros impuestos.
El segundo punto es una rebaja drástica y masiva de impuestos. Si bien pretenden reducir el IVA al 18% y el reducido al 10%, tocan en mayor medida lo que importa. IRPF, Sociedades y cuota de autónomos, que son los impuestos que gravan el capital y, por tanto, el ahorro, aumentando en mayor medida la preferencia temporal, en beneficio del corto plazo. Sociedades del 25% al 15%, lo que se tiene que acompañar de una desregulación masiva para que los empresarios generen riqueza, contribuyendo al bien común. IRPF tramo exento hasta 22.000 euros, un tramo del 15% hasta 70.000 y el resto al 25%, y lo más importante, deducciones de 4 puntos porcentuales por hijo. Este es el verdadero orden de las cosas, revertir lo que hay actualmente, reduciendo impuestos a los que contribuyen creando vida, tan necesaria para mantener la prosperidad de la comunidad, y penalizando a aquellos que decidan vivir una vida hedonista y, por tanto, egoísta. Y eliminar la cuota de autónomos menor del salario mínimo, una cuota que no ve tan mal la patronal, ya que se carga al pequeño, concentrando el capital en cada vez menos manos.
El tercer punto trata sobre la reducción de gasto, y es quizá lo más complicado ya que el Estado difícilmente va a reducir su tamaño. Pero la partida más grande es la de las pensiones, una estafa piramidal que es imposible sostener en el largo plazo, algo que ya conocían los políticos desde hace más de 30 años. La idea de pasar al sistema mixto de capitalización y eximir de impuestos al ahorro orientado a la jubilación es lo que toca, ya que hay que ayudar de alguna manera a aquellos que han sido estafados. Aunque quizá Vox deba tocar también la cuestión de las pensiones máximas, claramente desproporcionadas y que lastran el desarrollo de los jóvenes. Eliminar subvenciones a partidos, sindicatos y patronales es algo de sentido común, y más las dedicadas a sostener artificialmente empresas. Quizá lo que sea más complicado sea eliminar las transferencias a Comunidades Autónomas debido a sus estatutos. La organización territorial todavía es una asignatura pendiente, y que debe desarrollarse.
El cuarto punto toca en primer lugar lo que muchos llevamos pidiendo. Retirar a España de los acuerdos de París, del pacto verde europeo y de las decisiones de la COP. Basta ya. Volver a los motores de combustión, eliminar las regulaciones en contra del CO2 y recuperar el plan nuclear nacional. Y explotar los recursos que tenemos, uranio y combustibles fósiles, claro está. Pero los puntos que verdaderamente me han gustado son apoyar a las pequeñas y medianas empresas asociativas y familiares en la industria agropecuaria e incentivar proyectos industriales en la España vaciada. En definitiva, proteger al pequeño, al campo frente al anonimato de la ciudad y al arraigo local frente a lo extraño.
El quinto punto trata sobre la inmigración. Aquí Vox ha adoptado el término “remigración,” que es el único posible, ya que el problema está dentro. En 2023 hubo una conferencia de remigración en Alemania, a la que acudieron miembros de AfD. Agrupación Nacional, de Le Pen, pidió a AfD que renunciase a ese término. Grave error. Ahora, el tiempo ha dado la razón a AfD, y el término está siendo usado ya por FPÖ, Vlaams Belang, Chega y ahora Vox. Lo que toca es expulsar a aquellos que no se integran y hacen nuestros barrios inseguros. No solo acabar con el efecto llamada, los servicios públicos gratuitos, las ayudas sociales que no sean rescatar al que va a morir en el mar para devolverle y eliminar la ayuda a aquellos países que no controlen los flujos migratorios, sino que toca revertir las regularizaciones hechas estos últimos años y revisar nacionalidades otorgadas.
Y el último punto es el de la vivienda, en propiedad, claro está. La propiedad es lo que crea arraigo, tener cosas propias, algo por lo que luchar. La propiedad es contraria a la tiranía, por eso los tiranos pretenden que vivamos de alquiler, para que seamos fácilmente controlables y manipulables. Esto lo abordan desde el lado de la oferta, que está muy claro. Hay que construir más. Ampliar el suelo disponible, aumentar alturas, simplificación administrativa, mano dura contra la okupación e inquiokupación (que no se olvide esto) y vivienda social. Este es el punto más polémico. O no tanto, ya que aunque alguien sea escéptico de que el Estado gaste, mientras lo haga, las prioridades deben estar claras. Si el Estado es acusado de romper el principio de subsidiariedad, que al menos sea para apoyar la construcción de vivienda para jóvenes en propiedad, lo que, pese a las ineficiencias estatales, tiene consecuencias positivas.
Y con esto, viene la demanda. Aquí es donde Vox ha relacionado el exceso de demanda con la inmigración masiva. Y tienen razón. Para solucionar esto, no solo hace falta la remigración, sino situar el arraigo como criterio principal de asignación de vivienda protegida, prohibir su arrendamiento a los ilegales y evitar que el capital extranjero la adquiera con más impuestos para los no comunitarios. Parece ser que los liberales se han escandalizado, pese a que autores como Hans-Hermann Hoppe favorecen medidas similares. Se equivocan, porque esto nunca ha estado desregulado, como dice Hoppe en inmigración hay dos tipos de intervenciones, a favor y en contra, pero en ambas el gobierno actúa. Antes lo regulaba la propia comunidad, mediante el ostracismo y la presión social. Pero como el Estado ha usurpado sus funciones y destrozado los lazos sociales, sí, no hay ningún problema, que lo haga. Decir lo contrario es como decir que si alguien rechaza el Estado está en contra de que la policía capture delincuentes. De todas formas, pongamos que a alguien le gustan 9 de cada 10 puntos del programa, y este no, por lo que decide hablar en contra. Significa que este punto es una prioridad absoluta para él, lo que en mi opinión no le deja en buen lugar. Me parece cosmopolita y poco patriota, ergo enemigo del hombre común.
Para concluir, el programa de Vox va por el camino correcto, se nota la influencia de Javier Milei a la hora de reducir gasto y la de la derecha populista en áreas como inmigración. No solo es un partido votable, sino que tienen el programa económico y de vivienda que los españoles necesitamos. Como crítica, falta tocar el aspecto monetario, pero actualmente depende de la Unión Europea, lo que lo hace imposible para un programa nacional.